La segunda octava

La segunda octava

Uno de los mayores retos en el dominio de la gaita, es el control de la presión de aire para alcanzar la segunda octava (el requinte). Convencionalmente, para ello se requiere más cantidad de aire… La dificultad consiste en transitar por ambas octavas mientras el tono se mantiene estable.

Si tuviera que definir en una sola palabra, la cualidad más importante de un instrumento musical, sin lugar a dudas me quedaría con la comodidad. Que un instrumento sea cómodo y fácil de tocar, implica más espacio para el disfrute del mismo y mayor capacidad para transmitir musicalidad con él.

Si en pleno siglo XXI, un gaitero tiene la necesidad de hacer malabarismos para subir y bajar de octava sin que el oído salga castigado por el camino, algo no está funcionando bien…

En un buen puntero, las notas de la primera octava, deben de mantener la afinación estable con la misma presión de aire. Es el resultado de que la payuela y el puntero formen un binomio perfecto.

Para no alterar en exceso la presión de aire al requintar, existen métodos en la construcción del puntero muy eficaces, que facilitan la ejecución de melodías complejas con saltos rápidos entre octavas.

Consisten en un microtaladro o pequeña ranura, junto al dedo pulgar de la mano izquierda. Al rotar el dedo hacia abajo de forma muy leve, podemos subir de octava con mucha facilidad.

Es un pequeño avance de un instrumento de raíces medievales, obligado a mejorar y evolucionar con los nuevos tiempos.

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